Transformaciones Increíbles: Sigrid Bazán

Todos cambiamos, algunos para mal y otros evolucionan. Pero cuando eres de otro planeta, te reinventas. Para muestra, un botón.

No niego la belleza de Sigrid, como no niego la belleza de la noche o del día. Su cambio es eso: la noche y el día. Admiro su capacidad camaleónica para la reinvención. Lo que despierta mi curiosidad es cuándo, por qué. ¿Tuvo que ver la tele? ¿En qué momento dejó de ser esa gordita cachetona, representante estudiantil, cabello ensortijado, zarrapastrosa, izquierdona, anti-fashion, orejona y ojerosa? ¿En qué momento se convierte en la flaca de 48 kilos que da tips de maquillaje, el rostro de la noticia, la ojiverde de La República, la que posa en bikini a cada rato, la que come dieta verde en La Bonbonniere? Desde Michael Jackson no veía un cambio tan radical.

Cuándo esos aretes horrendos, ese cutis sin exfoliar, esas cejas pobladas, ese cabello con frizz, esas orejas descomunales, esos cachetes rozagantes; se convirtieron en la top model de la noticia, en esa flaca rica, en ese sueño andante, en esa mamita ejecutiva, en ese bombón caviar. ¡Yo no sé! Pero es digno de un premio, de un aplauso, ¡de un milagro! ¡Gracias Sigrid por existir! Antes no te hubiéramos dado ni el vuelto. Ahora deshojas nuestras margaritas y demuestras al resto que, como decía La Agrado: "Una es más auténtica, cuando más se parece a lo que ha soñado de sí misma".

—Fausto Dovogal

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