Jauja (2014)

diciembre 30, 2014


Calificación:
Director: Lisandro Alonso
Título original: Jauja
Año: 2014
País: Argentina/Dinamarca/EEUU/entre otros.
Género: Drama experimental
Duración: 108 min.

El cine de Lisandro Alonso no es fácil, y eso lo sabemos los que al menos hemos visto alguna de sus películas, en mi caso "Los Muertos" (2004). En ella se mostraba el viaje de un hombre que al salir de la cárcel luego de purgar condena por haber asesinado a sus hermanos, va en busca de su hija. Un viaje que en realidad es una travesía interior, llena de silencios y en la cual se muestra sus peripecias al internarse en parajes salvajes. Más o menos todo, la escena inicial, la fotografía, la utilzación de actores no profesionales, la crudeza visual de algunas secuencias, la música, los escenarios, etc.; componían una obra interesante que era disfrutable por lo insólita, lo propositiva y lo desapegada a los cánones del cine contemporáneo. Sin embargo en "Jauja", Alonso —a nuestro gusto— da un giro de más a la tuerca de su ambición y cae en la exageracíón poética, deja estupefacto al espectador y traspasa, a propósito y de mala manera, en el onirismo y la fantasía.

Ya hemos leído algunas críticas que exclaman: "La mejor película del año". Y lo hemos dicho muchas veces: ese es el peligro del cine "arty" —y de todo lo "arty"—, que puede escudarse en su encriptamiento y acusar de burro o idiota al que no logra entender o ponerse al corriente de los "verdaderos significados" de la propuesta. Y en el caso del cine, por supuesto, la estupefacción implica desconocimiento y falta de cultura cinematográfica. ¡Bah! No es cierto, pues. La ausencia de una historia lineal o un argumento claro, la fusión entre la realidad y la fantasía, la ruptura del tiempo y el espacio; han sido siempre un magnífico modo de explorar nuevas posibilidades en el lenguaje cinematográfico. De allí a que el asunto salga bien o mal, es otra cosa.



En "Jauja" lo rimbombante asomaba antes de ver la película: que contaba con la participación como productor, actor y hasta como compositor de una pieza del soundtrack, de Viggo Mortensen; que el director de fotografía, Timo Salminen, es con quien trabaja Kaurismäki; que el formato de la película es 1:1,37, con los bordes redondeados al estilo daguerrotipo del s. XIX; que como co-guionista estaba el poeta Fabián Casas, etc, etc. Es decir, una serie de condicionantes previas como parche a lo que venía, o que anunciaba que el resultado era para entendidos y personas "sensibles" a lo artístico. Lo cierto es que "Jauja" es el tipo de película en la que a la mitad de la proyección la gente se para y se va, o en la que al final la gente grita: "¡Mi plata!" o "¡Qué es esta vaina!", mientras unos cuántos elegidos se han sentido fascinados.

Vayamos al filme. A algunos les ha parecido que hay dos secuencias claras, a otros que son tres. Pues a mí me ha parecido que son cuatro, y paso a desmenuzar. Antes, debo decir que Viggo es el único que actúa y que compone un personaje, todos los demás: la hija (Ingeborg), los militares argentinos, los indios, los personajes fantasmales; ¡están pésimos y no actúan un comino! Ese es el peligro de poner a un actorazo junto con aficionados, o se sigue una línea o se sigue otra, y allí otro pecado de Lisandro Alonso. Decía que nuestra lectura identifica cuatro secuencias. La primera, intoductoria, en la cual se muestra a los personajes y se los sitúa en una época, es este caso las pampas argentinas del siglo XIX, época en la cual se exterminaron a los indígenas con el fin de apoderarse de todo el territorio. Está el capitán danés Gunnar Dinesen (Viggo Mortensen), su hija Ingeborg, un teniente lascivo, un soldado taimado, entre otros sin mayor importancia. Se entiende que están en alguna empresa de conquista. El capitán parece conflictuado, perdido en la pampa argentina y culpable de hacer pasar a su hija por tremenda circunstancia. La hija, en primer término, infantil, se queja y gimotea que quiere regresar a Dinamarca. El teniente le echa el ojo a la hija, el soldadito echa miradas taimadas, en fin, se define la soledad de los personajes en medio de la infinita pampa. Se da un inicio grandilocuente, reflexivo, fotográfico.

La segunda secuencia da inicio con la fuga de la joven hija con el soldadito taimado. Sorpresiva ya que nunca se advierte ni se desarrolla dicha relación. El capitán se da cuenta y se lanza solo y a caballo a la tremenda vastedad de las pampas a buscar a su hija. Se traza una línea argumental: el pequeño y tenaz militar contra las fuerzas de la naturaleza que va en rescate de la hija a pesar que no fue raptada, solita se fue con el taimado. Bueno, aquí apreciamos a Mortensen solo contra el cielo y la tierra, contrastado con el paisaje demoledor, de colores fríos, empequeñecido por la escala del contexto, pero tenaz e incansable. La pampa se convierte en un valle de muerte en el cual los indios atacan sin avisar y los otrora compañeros de empresa del capitán van apareciendo muertos, incluido el soldadito taimado. De la hija no se sabe nada, pero él sigue en su tarea heroica.



En la tercera secuencia acontece la pérdida de la línea argumental, la intromisión de la fantasía o lo esotérico y la conversión de la pampa en un territorio metafísico, en el cual se pierden el tiempo y el espacio. La búsqueda del capitán parece haber perdido sentido pero él continúa, se da pie a parábolas entre mágicas y absurdas. Imagino que esto se debe interpretar como la muerte, la locura o un viaje temporal. Suena interesante pero esta secuencia es larguísima, el espectador sigue con la necesidad de saber qué ha ocurrido con la hija pero esto ya no es importante, entonces uno se va frustrando paulatinamente y no entiende lo que va ocurriendo ni qué cosa quiere decir la aparición de la anciana que habla cifradamente y que se puede interpretar que es la hija del capitán pero en un futuro y que está hablando con su padre, que ya es un fantasma. Vamos, uno en ese momento levanta la ceja, entiende la intención pero no resulta satisfactoria.

Y la cuarta secuencia, que es como el colofón de la película: un personaje réplica de la hija de Dinesen despierta en una casa holandesa, parece una familia acomodada, la época es a todas luces, moderna. Pasea a un perro (similar a uno que aparece en la tercera secuencia), toma corrida y ¡zaz!, se cierra el telón. Has sido cagado por Alonso. Viggo Mortensen la ha llamado "un western existencial", (¡Grande, Viggo!) como no podía ser de otra manera. Lo objetivo es que uno puede encontrar infinidad de preguntas y de propósitos en esta obra de Lisandro, pero lo que debe subyacer es la finalidad última del cine: contar algo, tan simple como eso. Y aquello es lo que se ha diluído en la pretención del director, que peca de afanoso, gratuito y forzado.

No vamos a decir que "Jauja" es del todo mala, pero tampoco es buena. Se asfixia en sus propias intenciones y pronosticamos que será un asesino de taquilla (al estilo Reygadas aunque con productos muy distintos). Sin embargo ya ha sido premiada en algunos festivales y por allí cosecha algunos premios más, dando prestigio a Lisandro como un realizador distinto y personal. Complicado disfraz que muchos ansían pero que lamentablemente pocos logran llevar con altura. Esperemos lo siguiente de Alonso, a ver con qué nos sale en una próxima ocasión.

—Pablo Gachet


+Bonus:
Algunos dicen que con ver estos dos minutos ya se ha visto todo. Bueno, tampoco es para tanto.

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