A Royal Affair (2012)

septiembre 16, 2014


Calificación: 5/5
Director: Nikolaj Arcel
Título original: En Kongelig Affære
Año: 2012
País: Dinamarca / Suecia / República Checa
Género: Drama histórico
Duración: 137 min.

Resulta muy gratificante darse con sorpresas como esta, películas fuera del circuito de Hollywood que no tienen nada que envidiarle, por el contrario, mucho que proponerle y invitar la atención hacia otras latitudes cinematográficas. Luego de ver "A Royal Affair" me queda la duda si no debió ganar el Oscar como mejor película extranjera ya que estuvo nominada en esa categoría. El Oscar se lo llevó "La Grande Bellezza" de Italia, película que aún no termino de ver ya que fui sorprendido por su propuesta onírica y sus reminiscencias a la época dorada del cine italiano. Tengo que estar de humor para ver dichos filmes.

"A Royal Affair" es, en resumen, una película redonda, perfectamente facturada en todos sus aspectos: actorales, visuales, escenográficos, guionísticos, históricos. Al inicio parece otra película más situada en épocas remotas que narra una historia de desamor o amor trágico. No. "A Royal Affair", ambientada hacia finales de 1700, utiliza hábilmente la relación de amor prohibido entre la reina de Dinamarca, Carolina Mathilde con el intelectual Johann Struensee para contarnos otros eventos históricos de mayor trascendencia. Struensee fue el consejero y médico personal del rey Christian VII, un gobernante prisionero de una limitación psicológica que lo conmina a actuar siempre como un niñato irresponsable. Dicho romance sirve como marco para mostrar los albores de la Ilustración europea y su impacto en las conservadoras y monárquicas oligarquías, mejor dicho, el arraigo del cambio intelectual propuesto por pensadores como Rousseau, Voltaire, Locke y toda esa poderosa batahola ilustrada que antecede a la Revolución Francesa. La libertad del hombre, libertad de pensar, de expresar, de amar.



Puesta en escena con una exquisitez y detalle dignos de ser apreciados, el filme narra dichos sucesos históricos economizando los recursos, jamás permitiéndose la grandilocuencia y controlando el registro de los actores de modo que todos queden perfectamente definidos y no exista, si se quiere, un protagonista, a pesar que es narrada desde el punto de vista de la reina Caroline Mathilde (impresionante Alicia Vikander que en todo momento me recordaba a Felicity Jones). Paulatinamente, la influencia de Struensee sobre el alocado rey se hace tangible y claro, para complicar las cosas, él y la reina caen febrilmente enamorados. Por un breve tiempo, esta complicidad y sus mutuas convicciones humanistas logran que en Dinamarca se instauren nuevos derechos y libertades poniendo al reino danés en el mapa de la Ilustración europea. Pero, como es de esperarse, ninguna felicidad es eterna y todo se va complicando a medida que el romance se hace insostenible en la clandestinidad y el poder del statu quo conspira para librarse de dicha influencia renovadora.

La película es una clase de historia, de valores humanos e intelectuales; pero también de oficio cinematográfco. A partir de los 50 minutos uno no puede dejar de verla y más aún si ignoraba o tenía perdidos dichos acontecimientos históricos. El final es trágico pero también esperanzador, hace pensar que a pesar de la monumental estupidez humana no todo está perdido y que siempre se debe batallar por lo que se cree y la importancia de legar un esfuerzo, una idea, una propuesta de cambio a las generaciones venideras. Puntúo con la perfección a esta película que debiera ser vista en aulas de colegios y universidades de modo obligatorio. Por supuesto que eso no sucederá pero no se debe perder la ilusión que algún maestro, profesor o docente se anime a proyectarla o recomendarla con el único fin de alentar las mentes jóvenes hacia la libertad.

—Pablo Gachet


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