Dans Ma Peau (2002)

junio 02, 2014

Calificación: 3/5
Director: Marina de Van
Año: 2002
País: Francia
Duración: 93 min.

A partir de un accidente doméstico, Esther, una exitosa ejecutiva, descubre una anormalidad propia: la fascinación por su propia carne. Este es el punto inicial de la ópera prima de Marina de Van, sorprendente además encarnando al personaje creado por ella misma. Dans Ma Peau (titulada en español En Mi Piel) es una película con un trasfondo psicológico y social muy interesante. Pueden quedarse, por supuesto, sólo con la historia de una mujer cuya aparente estabilidad, éxito y felicidad caen en picada a partir del despertar de su impulso tanático; pero se puede colegir a partir de aquella pulsión, un retrato fatal de la sociedad moderna que propone permanentemente nuestra autodestrucción (alimentación, contaminación, etc.).



Sin ningún temblor o vacilación, De Van nos va mostrando la descomposición existencial y psicológica de Esther, infringida por ella misma. La autofagia es escenificada sin remilgos y puede resultar chocante para algunos estómagos, pero los que ya estamos acostumbrados a estas lides, estaremos más que complacidos —sin morbo alguno— no solamente por la mostración de sangre sino por la carga psicológica que completa cada sesión de autodestrucción, y eso sí que resulta pavoroso, inexplicable, conmovedor. Se hace evidente que tras toda "normalidad" existe todo un mundo de matices, perversiones, parafilias de las cuales somos prisioneros y que manifestamos sólo cuando estamos con nosotros mismos. Ser honestos nos avergüenza, nos humaniza, nos hace correr el peligro de ser juzgados.

El eje principal del filme es la estupefacción ante el espectáculo de un ser humano que se autodestruye y siente placer al mismo tiempo, que paulatinamente abandona todo por su imposibilidad de controlar los deseos de sí misma. La escena en el restaurante es notable ya que acompañamos a Esther en su escape de la realidad y perspectiva, y en su apetito voraz por despellejarse. El filme tiene una duración adecuada y nos deja con esa sensación de haber sido testigos de algo insólito pero también con cierta cuota de complicidad, porque todos guardamos secretos, y porque sólo nosotros sabemos lo que en realidad nos gusta o causa placer.

—Pablo Gachet

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